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Pues mira, a un cedro del Líbano,
frondoso y de hermoso ramaje,
umbroso y de espléndida talla,
que mece su copa entre las nubes.
Las aguas lo han hecho crecer,
el abismo le ha dado estatura,
haciendo fluir sus corrientes
por abajo, en torno a sus raíces,
al tiempo que extendía sus acequias
a todos los árboles del campo.
Así se elevó su estatura
sobre todos los árboles del campo,
sus ramas se multiplicaron,
su ramaje se fue extendiendo
con el agua abundante que le llegaba.

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